lunes, 21 de julio de 2014

Érase una vez unas tácticas para un despido inventado

Os voy a contar mi historia y así os pongo en situación. Un viernes a las 16:00 h. (fuera de mi horario laboral) me llama mi querido jefe, gritando como los locos, que estaba "despedida procedentemente". 

Ante todo hay que guardar la calma porque estamos ante una pataleta infantil, probablemente condicionada por la falta de sueño, es la hora de la siesta.

Mantenerse calmado en estos casos es media batalla ganada, por tanto, muy tranquilamente le pregunto qué ha pasado, a lo que él contesta "TÚ YA LO SABES". Bien, es evidente que no vamos a sacar nada en claro en este momento. Táctica 1: Mantener la calma.

Ante eso hay que dejarlo estar y pasar de él, sí, lo que lees. Dile que sí y ya está, es más, yo muy tranquilamente lo puse a prueba preguntándole si el despido era desde "ya" y no tenía que abrir por la tarde, por si colaba (¡hay que saber cuándo despedir!) Se puso como una fiera y me dijo que trabajara en mi horario esa tarde y el fin de semana y ya el lunes fuera a firmar el despido. Táctica 2: Desafiarle con preguntas inesperadas.

Está claro que lo que quería era tenerme todo el fin de semana angustiada y sufriendo. Ha sacado sus cartas a relucir.

Una de las estrategias de mobbing laboral que aplican estos individuos para acosar a sus empleados es llamarlos fuera del horario laboral para tenerlos constantemente en alerta y que no vivan tranquilos ni las horas que están fuera del trabajo. Que tengan miedo cada vez que suena el teléfono de ver quién es la persona que llama, como si en tu móvil no existiera un grupo en el que clasificarlos y silenciar cuando sales del trabajo. Necesitan sentirse tu centro de atención, que les temas y estés dispuesto a acudir en tu día libre o en tus vacaciones a su llamada. Son personas obsesivas, que quieren tener controlados a todo aquel que le rodea, y si es un empleado quieren saber, hasta el grupo sanguíneo al que pertenece su pareja. Táctica 3: No atenderlos fuera del horario laboral y después no explicarle dónde estabas, ¡qué les importa! (a no ser que tengas un plan).

Si eres capaz de identificar sus malas intenciones, que lo eres (nunca dejes que te hagan creer lo contrario o que eres insignificante e ignorante, recuérdalo) pues podrás atacar con tu fina indiferencia, esto es muy divertido créeme y los saca de quicio.

¿Cómo actuar ante esta situación? Pues verás, yo te cuento lo que yo hice y tú ya lo personalizas a tu modo, yo opté por no comunicarlo en casa, como era algo que hasta el lunes no tendría un desenlace, pues decidí vivir mi fin de semana como tenía planeado y no dejar que se saliera con la suya de amargármelo. Táctica 4: Seguir con tus planes sin que interfiera en tu vida.

Si no lo cuentas a los tuyos, nadie te preguntará cómo estás, y en mi caso prefería que no me lo estuvieran recordando constantemente durante dos días y medio o que me estuvieran dando ánimos y consejos.

En mi vida mando yo y dejo fuera las obsesiones de mi jefe.

¡Asunto cerrado hasta el lunes!... O eso creía...

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