miércoles, 16 de julio de 2014

Érase una vez un crío inmaduro que daba pataletas en el despacho

Os voy a hablar un poco del jefe que me tocó en gracia. Este personaje tenía comportamientos infantiles tales como pataletas, si no conseguía algo, montaba un escándalo y le echaba la culpa a todo el mundo, porque él siempre tenía razón y el mundo estaba en su contra.

Sabemos que es duro controlar una pataleta infantil y mantenerse firme, la cuestión es ¿cómo controlas una pataleta adulta que encima tiene categoría de jefe?

Todos en la empresa conocían este comportamiento infantil y se lo consentían, bien fuera porque ostentaban un cargo directivo regalado por el susodicho o bien, por miedo a perder su empleo.

Así que si venía de una reunión en la que no había obtenido sus propósitos, todos sabíamos los gritos que nos iba a pegar por lo primero que se cruzara en su camino o mejor dicho, todos sabíamos a quién le iban a caer esos gritos, a su víctima de turno, en ese momento era yo, ¡qué suerte la mía!

A veces nos llevaba uno a uno al despacho y teníamos que aguantar cómo se metía en nuestras vidas personales: si teníamos parejas, si estudiaban o trabajaban en la misma localidad, si salíamos o entrábamos fuera de nuestro horario laboral con nuestras familias o amistades, etc. También le gustaba meter cizaña entre sus empleados, nos decía si unos cobraban más que otros y cosas de ese tipo. Todo muy maduro, ¡sí señor!

El problema es cuando esos compañeros salen del despacho indignados y discuten entre ellos reprochándose cosas que los otros desmienten, por tanto, observé que el individuo se inventaba historias para que discutiéramos entre nosotros y no hubiera unión entre la plantilla: "La unión hace la fuerza" y él lo sabía muy bien, por lo que nos intentaba mantener enfrentados unos con otros.

Es una pena que no todos los compañeros se dieran cuenta, porque hubiéramos hecho un gran equipo y no hubiera podido hundirnos psicológicamente como consiguió con algunos.

Hay que tener claro que el jefe nunca es amigo, aunque te diga mil veces que lo consideres como tal, aunque quiera que os reunáis fuera del horario laboral como una amistosa pandilla, jamás creas que es amigo tuyo. Si tu jefe no tiene amigos y los busca en su plantilla, (y si no "juegas con él a la pelota" se enfada y ya no te quiere en el grupo, como si de una pelea infantil de plazoleta se tratase), pues es su problema y por algo será que está solo. Observa estos detalles.

Tu sitio está con tus compañeros y a ellos es a los que tienes que ayudar y apoyar, al margen del jefe claro, al que con respetar es suficiente. Aunque te pisotee y humille, jamás pierdas las formas, eso les perturba más que si les metieras un grito y te defendieras.

Ver cómo a un compañero le hacen mobbing, y ponerte de parte del jefe para no ser el próximo, está muy feo, sobre todo porque si él ha decidido que tú eres el siguiente, lo serás.

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